martes, 5 de junio de 2007



¿Cómo es posible que estés leyendo esto?. Sí, a ti te estoy hablando. Sí TÚ que te encuentras leyendo estas líneas. No, no voltees a los lados y no te vayas. Quédate ahí. Piensa cómo y porque lees esto, precisamente ESTO. ¿Acaso es porque te has dado cuenta de que sé muy bien lo que haces todas las noches antes de irte a dormir? No, no me refiero a que ves televisión o te lavas los dientes (a veces ni lo haces). TÚ sabes bien de lo que estoy hablando. Antes de dormir TÚ vas y te azotas en cualquier superficie plana, miras hacia arriba, nunca hacia el cielo ni hacia el techo. Simplemente hacia arriba. Debrallas estadios de absoluta represión. Te repites deseos obsesos que nunca te atreves a expresar. Llenas de ensueños tus circunvoluciones, y luego elaboras cientos de imágenes subversivamente deliciosas y descaradas que después pretendes olvidar. No, no te detengas, sigue leyendo. Sí ya sé. No me crees. No me crees absolutamente nada. Piensas que tu vida es inescrutable, que nadie, ni siquiera TÚ, puede ver lo que haces antes de dormir. Yo sí. He visto tu sombra diluirse entre las paredes de tus frustraciones. He observado tu piel completamente desnuda verterse en fases de inefable confusión. Has estado boca abajo pidiendo perdón al deseo por no poderlo sentir, por no poderlo saciar. ¿Aún no me crees? No te preocupes. Hoy por la noche, yo estaré ahí. Pero te advierto que no podrás verme, porque cuando yo aparezca TÚ ya estarás completamente dormid@.

Alejandra Cordero León.

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