miércoles, 25 de junio de 2008

RETROVISOR



... si de cualquier manera viajas en mi suavemente,
un beso fue la fuente para bien, para mal,
para la eternidad, para irte de mi,
para estar siempre aquí...

El motor ruge ruidoso mientras mi auto devora kilómetros de carretera en este viaje. Anochece y la tormenta ha dejado un paisaje brumoso en éste tramo del camino. Brumoso, gris, pero muy hermoso. En éste viaje voy como un coleccionista de paisajes. El bosque húmedo con su verdor contrasta con la oscura tierra mojada, con la oscura carretera mojada. Una chica guapa en la orilla de la carretera. A 160 km/hr no puedo verla bien y me conformo con verla en el retrovisor. Conozco gente que no usa el retrovisor al manejar. No sé si prefieren olvidar los caminos que han dejado atrás, les atormentan o les duelen, no sé si no les interesan o prefieren permanecer atentos con la vista al frente. Quizá piensan que sólo sirvieron para llegar a donde actualmente están y ya no tiene mucho sentido perder tiempo en ellos. No lo sé. A mi me ayuda a tener una mejor idea de donde me encuentro y no pierdo la oportunidad de echarle un vistazo. Como ahora, para ver a la chica guapa que se aleja. También conozco gente que no le quita la vista al retrovisor mientras maneja. Hechizados por lo que ven en él, aferrados a lo que dejaron atrás, melancólicos de los caminos andados. No sé, quizá el horizonte era mejor atrás, quizá la vista actual les trae recuerdos que buscan en el retrovisor. No lo sé. Creo que sin ver al frente el avanzar es riesgoso. La chica ahora está ya muy lejos, un ultimo vistazo al retrovisor. El paisaje al frente es hermoso. Y si llego a algún paraje con una vista, al frente o atrás, que no me agrade para la colección, en lugar de ignorar el retrovisor, en lugar de arrancarlo, en lugar de permanecer hechizado por él, sé que siempre puedo girar el volante, para buscar un panorama más interesante.

EL VENDEDOR



...hombre que te miras en las aguas para ver quien sos,
mirame si quieres verte porque imagen mía sos.
Ya lo hiciste: vive sólo hoy...

Conocí a un vendedor que se jactaba de su habilidad para detectar las necesidades de sus clientes y de su capacidad para adaptarse a esas necesidades y proveer a sus clientes de todo lo que necesitaran. Así, en el medio donde laboraba, recibía peticiones e invitaciones para surtir una larga lista de enceres y él se afanaba por cumplir cualquier petición y atender cualquier invitación. Si se le pedía, él lo conseguía. Así, nuestro vendedor, con una destreza peculiar se veía ofreciendo lo mismo clavos, que helados. Al cabo de algún tiempo, alcanzó a detectar que responder a algunas peticiones o invitaciones que parecían ser buenos negocios, generalmente resultaba en ganancias mezquinas, complicaciones innecesarias o fracasos rotundos. Éstos "buenos negocios" se caracterizaban por la facilidad de conseguir el éxito, dinero fácil. La noción de compromiso con el trabajo para obtener logros, estrategia normalmente fructífera, era algo que nuestro vendedor perdía de vista en este tipo de negocios. Así, después de decidirse por solo una linea de productos, pasó de ser un proveedor de todo, a un vendedor exclusivo y especializado en helados de vainilla, su producto preferido. A pesar de esforzarse mucho, el negocio no iba tan bien como esperaba y eso lo desesperaba un poco, además de que no faltaban peticiones de helados de distintos sabores y tampoco las solicitudes e invitaciones de gente que se había acostumbrado a recibir todos los demás productos. Para mejorar la situación, el vendedor amplió la lista de sabores del helado que vendía, los que mejores resultados le daban aunque no fueran sus favoritos, y con amabilidad indica a quienes llegan a solicitarle clavos, la dirección de la tlapaleria más próxima.