miércoles, 10 de septiembre de 2008

PINOCCHIO



...la educación es la realización de nuestra vocación de Hombre,
y no consiste tanto en hacer grandes cosas sino en hacerse a
si mismo gran persona. La educación es un proceso interno que
nadie puede asumir por otro...

Había una vez, un carpintero que se llamaba Geppetto y con sus habilidosas manos fabricaba una gran cantidad de artículos y piezas de madera que ayudaban y hacían la vida más fácil de todos sus vecinos. Geppeto tenia un anhelo muy grande, tener un hijo, y se construyó para sí una marioneta de madera de un niño que llamó Pinocchio. Geppetto trataba y cuidaba a la marioneta como si estuviera viva, como si fuera un niño de verdad. Todos los días, en la ventana de su negocio Geppetto agasajaba a los niños del pueblo con su show de marionetas, fantaseando con los jugueteos de su hijo Pinocchio. Geppetto quería ayudar a sus amigos y vecinos pero en su afán de hacer el bien, frecuentemente pasaba por alto mentiras que le decían cuando le pedían ayuda, o incluso se inventaba las propias con la justificación del bien que hacía. Así, en medio de mentiras, bienintencionadas pero al fin mentiras, Geppetto pasaba las noches soñando y deseando que su hijo se pareciera más a él. Anhelaba una relación más cercana, tener una conexión más próxima con su pequeña marioneta y que algún día, su hijo dejara de ser una marioneta, que jugara, brincara y hablara como un niño de verdad. Era tal su deseo, que el hada azul, una de las más poderosas hadas del mundo, decidió cumplir su deseo. Así un día, en la ventana del negocio de Geppetto en el show de marionetas, los niños fascinados observaban los jugueteos del muñeco Pinocchio con una nueva marioneta que lo abrazaba y besaba, que lo acompañaba y cuidaba cariñoso, una marioneta de madera que llamaba papá. Todos disfrutaban el show y ninguno se percataba que nadie controlaba los hilos de las marionetas de madera.