lunes, 3 de septiembre de 2007

KEPLER



....solo hay un camino hacia el Señor....

Son tiempos oscuros. Por alguna razón, destino, providencia divina, azar, nombralo como te apetezca, la fortuna, cotidiana compañera de viaje, ha decidido elegir otros destinos para favorecer y se ha hecho ajena a mis rutas y caminos. De la cómoda anestesia de seguir la vida dictada por otros, que te lleva a perder piso y marearte sobre un ladrillo y erigirte como juez y juzgador inclemente, pasando por la desesperación de la identidad perdida y nostalgia de otros caminos andados, ahora llego a un paraje de sensatez inexplicable, de rara lucidez, de comprension desusada. Y en este paraje me encuentro con otros andantes cuyo mapa de viaje dice en la portada, con letras en mayúscula "DIOS" y que lo encontraron en una peculiar tienda que se llama religión. Escucho sus historias de viaje y vaya que son interesantes, cautivadoras, muchas de ellas llenas de verdadera sabiduría. Me dicen que hay algo superior, un ser superior que es mejor tomando decisiones que nosotros, y que la entrega total a sus decisiones y mandatos tiene muchas recompensas, y que no es la fortuna, ni el azar, ni el destino lo que me ha acompañado en mis andanzas, sino su presencia. Y tiene sentido. Suena coherente. Suena hasta convincente. Y una parte de mi resuena con estas ideas, ahora las reconozco como ciertas. Y me dicen que me entregue y que me convenza de la única verdad y que la pruebe, que me ha estado esperando. Y una parte de mi, la curiosa comodina, que casi todo lo adapta a conveniencia, me tienta a hacer caso. Y otra parte de mi empieza a hacer su trabajo: cuestionar. Otra parte de mi me recuerda otras ideas que también reconozco como ciertas. No creo en verdades absolutas. Mi espiritualidad la tomo en serio y no debe ser cosa de conveniencia. Creo en algo superior que me acompaña, reconforta y enseña, pero que me permite elegir lo que creo y en lo que quiero convertirme. Escucho, comparto, aprendo, y si, tambien creo y confío. Pero hay cosas para las que no fui hecho. Y Él lo sabe. En el horizonte, el amanecer me dice que las horas oscuras pronto quedarán atras.

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