viernes, 24 de agosto de 2007

EQUIVOCACIÓN


...siempre me voy a enamorar
de quien de mi no se enamora...

Ya han pasado meses desde la última vez que te vi, meses desde la última vez que me tocaste, meses desde la última vez que probé tus labios y tu aliento. Y pensé que ya me eras ajena. Imaginé que comprobamos que podíamos vivir cada quien su vida, sin necesitarnos. Que podíamos cada uno alcanzar nuestros sueños sin la necesidad de compartir esos pequeños logros cotidianos, que habíamos madurado y comprendido que la felicidad o es completa o es sólo una farsa. Imaginé que habíamos decidido no ser una farsa. Debrallé mil y un justificaciones psicológicas, teológicas, científicas y por supuesto muchos más supuestos egoístas para sustentar una individualidad, la mía, que no requiere de la tuya. Pensé que hasta te había olvidado. A ti y a todo lo que tu provocabas. Pensé que las bendiciones diarias de ver a mi retoño tirar y alcanzar cada vez más cosas me bastaban, que escuchar la cascada de sus risas y parloteos en sus despreocupados juegos y desmanes silenciarían los ecos de tus suspiros. Que sus enseñanzas interminables y continuas me tendrían la mente tan ocupada como para pensar en tus incongruencias y deliveraciones. Que la pasión por mejorar y crecer en el trabajo poco a poco demolería la emoción de sentir tu piel. Que todos los nuevos caminos por los que ahora he decidido caminar, me cansarían la marcha tan sólo lo suficiente para no desear emprender rumbo hacia tu rumbo, para no buscar nuevamente tu camino. Si bien ahora veo con claridad todos y cada uno de los motivos que me hacen continuar, que me inspiran a crecer, tú me sigues inspirando, me mueves, me motivas. Ayer, en medio de una multitud rugiente, de notas con sabor a viejos recuerdos y decibelios aturdidores, todavía no sé si te sentí o te extrañé. Otra vez el deseo de cantarte al oído como pretexto para sentir tu aroma, de perderme en estruendos contigo en medio de sueños y anhelos que huelen a flores. Sé que no te necesito. Sé que no me necesitas. Pero como me gustaría coincidir contigo en la decisión de crecer juntos. Que equivocado estaba. Todavía no te he olvidado, ni a ti ni a tus suspiros ahogados,ni tus deliveraciones inconclusas, ni tu rumbo atrabancado. Con todo lo que tengo y soy, aún te extraño, aún te siento. Otra equivocación....

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