sábado, 8 de noviembre de 2008

EXTRAVÍOS



...truco 3: se me perdió la tarjeta...

En unas cuantas semanas perdí mi coche, mis tarjetas, mis identificaciones y mi cámara. En un asalto y un acto fallido, breves entre lo breve, desapareció todo.

El extravío es una sensación difusa donde se pierde la orientación: algo falta entre las manos, una ausencia a la vista, una voz que no logra evocar al objeto. Ocurre en un momento definido, el del robo, el del olvido. Sin embargo, nuestra vida está llena de pequeños extravíos porque el movimiento nos define y, con ello, múltiples elementos próximos y lejanos aparecen y desaparecen cotidianamente.

No podríamos soportarlo si no contáramos nuestro mayor agente extraviante: la memoria. Dicen que la memoria no recuerda: olvida. La erosión diaria de los detalles físicos, los rasgos, las sensaciones al tacto, los ciclos, las nuevas ideas y las palabras van perpetrando un extravío general que, empero, es incapaz de prepararnos para la pérdida más grande: la muerte.

Poco a poco se rellenan los huecos. El sistema tiene métodos para reponer o comprar de nuevo, mas es incapaz de recuperar. Marcar un número, como dicen todos los conmutadores, para reportar "por robo o extravío" y después de largos trámites o pagos instantáneos (el interés tiene pies) tendré los nuevos objetos. Al menos mi yo podrá empezar a olvidar la pérdida. Me reiré del presentismo, de la angustia, de la falta.

Es menos grave extraviar el coche, las tarjetas, las identificaciones y la cámara que perder el movimiento, el trabajo, la identidad o la mirada. Sin embargo, también para ello debería estar preparado.

Onitlapoloc, "maca aic nipolihui".

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