miércoles, 25 de junio de 2008

EL VENDEDOR



...hombre que te miras en las aguas para ver quien sos,
mirame si quieres verte porque imagen mía sos.
Ya lo hiciste: vive sólo hoy...

Conocí a un vendedor que se jactaba de su habilidad para detectar las necesidades de sus clientes y de su capacidad para adaptarse a esas necesidades y proveer a sus clientes de todo lo que necesitaran. Así, en el medio donde laboraba, recibía peticiones e invitaciones para surtir una larga lista de enceres y él se afanaba por cumplir cualquier petición y atender cualquier invitación. Si se le pedía, él lo conseguía. Así, nuestro vendedor, con una destreza peculiar se veía ofreciendo lo mismo clavos, que helados. Al cabo de algún tiempo, alcanzó a detectar que responder a algunas peticiones o invitaciones que parecían ser buenos negocios, generalmente resultaba en ganancias mezquinas, complicaciones innecesarias o fracasos rotundos. Éstos "buenos negocios" se caracterizaban por la facilidad de conseguir el éxito, dinero fácil. La noción de compromiso con el trabajo para obtener logros, estrategia normalmente fructífera, era algo que nuestro vendedor perdía de vista en este tipo de negocios. Así, después de decidirse por solo una linea de productos, pasó de ser un proveedor de todo, a un vendedor exclusivo y especializado en helados de vainilla, su producto preferido. A pesar de esforzarse mucho, el negocio no iba tan bien como esperaba y eso lo desesperaba un poco, además de que no faltaban peticiones de helados de distintos sabores y tampoco las solicitudes e invitaciones de gente que se había acostumbrado a recibir todos los demás productos. Para mejorar la situación, el vendedor amplió la lista de sabores del helado que vendía, los que mejores resultados le daban aunque no fueran sus favoritos, y con amabilidad indica a quienes llegan a solicitarle clavos, la dirección de la tlapaleria más próxima.

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